Mujer insigne con gran calidez humana y espiritual, que supo hacer de Dios el centro de su vida. Vivió para Él, para glorificarlo y conducir a muchas personas hasta su morada. Desde muy temprana edad reservó todas sus fuerzas, creatividad y empeño en buscar al Señor y amarlo con locura. Amando, su vida se transformó hasta hacerse una con la de Cristo, de tal manera que, al final de su longeva vida, bien podía decir con San Pablo: “Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí”. (Gal. 2,20).
Nació en Salamina, departamento de Caldas, Colombia el 14 de agosto de 1898. Su obra se caracterizó por el servicio a los pobres y la promoción social de los niños, jóvenes y mujeres, sin distinción de razas ni condición social.
En 1917, a los 19 años de edad, ingresó a la Congregación de las Hermanas Dominicas de la Presentación donde hizo sus votos perpetuos en 1925. Allí sirvió como maestra de escuela y maestra de novicias, entre otros encargos.
Después de un proceso de discernimiento, acompañada del entonces Arzobispo de Medellín, Mons. Joaquín García Benítez, y de la superiora de la congregación a la que pertenecía, el 14 de mayo de 1943 fundó la Congregación Hermanitas de la Anunciación.
Caracteriza la espiritualidad de Madre María Berenice un intenso amor al Corazón Eucarístico de Jesús y a María en el misterio de la Anunciación, en fe, confianza y vivencia de las virtudes de humildad y sencillez.
Muere en Medellín el 25 de Julio de 1993. El 12 de Febrero del 2019, el Papa Francisco en nombre de la Iglesia, reconoce sus virtudes heroicas y la declara Venerable Sierva de Dios como un paso a su proceso de beatificación.